Por mucho tiempo ha sido conocido como “la puerta de entrada a la Patagonia”. Si Ud. se pone a pensar qué es una puerta, se dará cuenta que es algo que hay que atravesar para llegar a lo que realmente interesa. Ud. nunca se quedará en “la puerta” sino que intentará pasarla. 

Parece que la gente de Hornopirén se convenció que eran el embarcadero hacia el sur y que nada había que hacer ahí salvo pasar. Y Hornopirén es un territorio que TIENE DE TODO.

Uno llega a Puelche y se le abre un paisaje de ensueño, pasa por caseríos en que hay escuelas y cementerios multicolores. De repente uno se encuentra con un señor que fabrica de las antiguas lanchas chilotas y se puede conversar con él y saber cómo era la vida de antes. Ud. tiene que saber que la electricidad llegó a Contao el año 90 y que antes se las batían a velas, baterías y parafina.  ¿Se acuerda de los refrigeradores a parafina?.

Si va apurado viaje por la ruta 7, si va con algo de tiempo vaya por el camino costero y encontrará pueblos maravillosos, mujeres mariscando, iglesias de religiones desconocidas.

Hornopirén tiene de todo: mar y ríos (pequeños y otros para hacer rafting), parque nacional, un volcán precioso, cisnes de cuello negro, cultivos de mitílidos, caminos para perderse y un sinnúmero de termas. 

Tuvimos un amigo maravilloso que se instaló en Hornopirén los últimos años de su vida. Nos explicamos su decisión cuando lo fuimos a ver y nos mostró “su” comuna y las locuras que hacía para atender turistas. 

Hornopirén no es “de paso”, es para quedarse.

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