La Bimodal les carga a los vivientes en Chaitén, Palena y Futaleufú porque les obliga a estar viajando todo el día. Fue hecha subsidiada por el gobierno hace mucho tiempo para darle una salida estable a la gente que tenía que ir a Puerto Montt a hacer algún trámite, al médico o en busca de alguna solución para los múltiples problemas se deben ver en la capital regional. Y ellos necesitan rapidez. Entonces la Bimodal la usan los que no pueden irse en vehículo propio (por Argentina) a Puerto Montt y los turistas.

Es la ruta marítima más bella que existe en el país. Si uno va de norte a sur sale temprano desde Hornopirén y esa salida es espectacular porque el barco se aleja hacia el sur en línea recta y por más de una hora aún se divisa la ciudad mientras se pasa por islas, cascadas, fiordos, nieves eternas, más islas y, si uno tiene suerte, se pueden hasta encontrar una ballena. 

Lo más famoso es el Fiordo Quintupeu porque dicen que en su interior se escondió, durante la Primera Guerra Mundial, el Rotterdam, un célebre acorzado alemán que venía huyendo y fue socorrido por algunos alemanes avecindados en Puerto Montt. Esto no está muy claro, pero sirve de excusas para múltiples discusiones y teorías.

Adicionalmente el trayecto es bien atendido en el transbordador. Buenos asientos, buena vista y algo de comida para los olvidadizos del cocaví. El primer desembarco está en Leptepu, donde se sigue por tierra hasta Fiordo Largo, para embarcar nuevamente en otro transbordador y luego de media hora más o menos llegar a Caleta Gonzalo. Y de ahí hasta Chaitén. Si puede, no se olvide de visitar al “abuelo”, un alerce más que centenario algo maltrecho por algunos turistas delincuentes, pero que necesita los brazos de varios humanos para que rodeen su tronco. Imperdible, como muchas cosas de la Patagonia.

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