La palabra Trevelin es de origen galés, por los inmigrantes de fines del siglo pasado, se acentúa en la segunda “e” y significa Pueblo del Molino. Ello ha sido refrendado por un vecino que se tomó en serio el nombre y transformó un viejo molino en el centro de una ciudad antigua que se muestra a los turistas para que vean cómo se vivía en el siglo pasado y se ha convertido en un producto de primera. 

Trevelin es una ciudad pequeña, muy grata, donde se conservan tradiciones galesas como el té y la repostería y poco a poco muchas de sus casas se han convertido al turismo. Caminando o preguntando uno se encuentra con gratas sorpresas en artesanías, brujas, mundo funji, cascadas y museos. 

También hay iniciativas que cada año crecen como la primera Viña de la Patagonia que cada año sorprende por sus progresos como industria, como producto turístico, pero también por los premios que van ganando sus vinos. Emprendimiento familiar, hecho con vocación, con ganas, gusto y mucho corazón. Hay que conocerlo.

Trevelin sorprende por sus actividades turísticas. Cada estación del año tiene un listado que se lo quisieran otros destinos y van aumentando. La que se lleva todos los premios es el cultivo de tulipanes que, en primavera, se muestran en todo su esplendor y cada año atrae más gente. Consulte en los hoteles de la zona (no de Trevelin, en toda la zona) y se dará cuenta que muchos están completos varios meses antes de la fiesta de los tulipanes que se hace en octubre. Y los tulipanes de Trevelin no nacieron por casualidad, fue una iniciativa planificada y deliberada con conocimiento, cabeza y corazón. Hoy están cosechando una feliz iniciativa.

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